jueves, 18 de agosto de 2016

Las víctimas del amor.

Esos seres a los que todos observamos y nos ilusiona verlos."Joder, qué bonitos", pensamos... pero a la vez, martirizamos y encerramos a esos seres. 

Creemos tener tal superioridad que los enjaulamos en nuestros estómagos, simplemente para poder describir un sentimiento: estar enamorado. Y cuando a los pocos meses os cansáis de estarlo, las agotadas y casi destruidas mariposas huyen. Huyen con miedo de volver a ser capturadas cada cuatro meses por algún humano enamoradizo.

Las mariposas intentan volver a su hábitat entre margaritas sin pétalos, también víctimas del amor.

Yo después de observar tanta crueldad, me declaro cómplice. He observado a mi corazón arroyar mariposas en cada batalla y desear "te quieros" en cada pétalo caído. Otros seres humanos también hicieron preso mi corazón hasta dejarlo tal cual está ahora: cojo de una válvula y tuerto de un ventrículo. 

Aún así, no hice nada.

Hoy he decidido emprender una obra de caridad: las mariposas podrán vivir entre las ruinas de este órgano arrítmico y yo me comprometo a regar cada madrugada las margaritas con cada una de mis lágrimas agridulces. 

Esta es mi sentencia. La tuya debería ser mucho peor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario