La conocí cuando tenía cinco años. Siempre hemos hablado y nos hemos llevado bien. Nos juntábamos con la misma gente pero nunca habíamos hablado de nuestras cosas. Cuando llegamos a la ESO todo cambió. Congeniamos mucho y nos hicimos cada vez más inseparables. Podría decir que fue mi primera mejor amiga y por lo visto, una de verdad. Por terceras personas, nos distanciamos. Cosa de la que me arrepentiré toda mi vida. Pero ella sabe que la quiero con locura y que siempre tendrá un hueco en mi ruin corazón. Ahora volvemos a quedar y a hablarnos. La echaba muchísimo de menos. Somos unas tontas que hemos pasado el peor año de nuestras vidas separadas. Quisiera que tuviéramos la misma relación que antes, aunque es casi imposible. Ella tiene sus amistades, yo tengo las mías de las que estoy muy agradecida por tenerles a mi lado. Pero no puedo evitar sentir añoranza por esos años felices que viví a su lado. Por todas las tardes de risas y de tonterías, las de llantos, las de confidencias... Necesitaría media vida más para agradecer todo lo que ella ha echo por mí durante esos dos años de amistad. Porque por mucho que hayamos vivido solo son dos años, que en el marco del tiempo no es nada pero en mi vida ha significado mucho.
La considero un gran modelo a seguir que a pesar de sus problemas sigue adelante y sonriendo más que nadie. Siempre la he echo sonreír yo, pero ahora me hace sonreír a mí. La necesito más de lo que pueda llegar a creer...