martes, 24 de junio de 2014

Alma gemela.

La conocí cuando tenía cinco años. Siempre hemos hablado y nos hemos llevado bien. Nos juntábamos con la misma gente pero nunca habíamos hablado de nuestras cosas. Cuando llegamos a la ESO todo cambió. Congeniamos mucho y nos hicimos cada vez más inseparables. Podría decir que fue mi primera mejor amiga y por lo visto, una de verdad. Por terceras personas, nos distanciamos. Cosa de la que me arrepentiré toda mi vida. Pero ella sabe que la quiero con locura y que siempre tendrá un hueco en mi ruin corazón. Ahora volvemos a quedar y a hablarnos. La echaba muchísimo de menos. Somos unas tontas que hemos pasado el peor año de nuestras vidas separadas. Quisiera que tuviéramos la misma relación que antes, aunque es casi imposible. Ella tiene sus amistades, yo tengo las mías de las que estoy muy agradecida por tenerles a mi lado. Pero no puedo evitar sentir añoranza por esos años felices que viví a su lado. Por todas las tardes de risas y de tonterías, las de llantos, las de confidencias... Necesitaría media vida más para agradecer todo lo que ella ha echo por mí durante esos dos años de amistad. Porque por mucho que hayamos vivido solo son dos años, que en el marco del tiempo no es nada pero en mi vida ha significado mucho.
La considero un gran modelo a seguir que a pesar de sus problemas sigue adelante y sonriendo más que nadie. Siempre la he echo sonreír yo, pero ahora me hace sonreír a mí. La necesito más de lo que pueda llegar a creer...

jueves, 12 de junio de 2014

Mi opción.

-¿Cómo estás? -dije preocupada.
+Fatal tía. -dijo mi amiga.
-Veo que has soportado mucho... -la miré y noté el sufrimiento en sus ojos.
+Pero ya estoy cansada... -dijo mientras le recorrían sus lágrimas por las mejillas.
-Tienes dos opciones, amargarte o intentar ser feliz. -Intenté animarla y la abracé.

Ahora pienso en mis palabras profundamente... Quizá hay una tercera opción. Amargarte y pudrirte por dentro mientras te muestras la persona más feliz del mundo...

miércoles, 11 de junio de 2014

Cuando suene ese timbre...

Soy la típica chica aparentemente dura. Hago ver a los demás que el amor es una mierda y que no me quiero volver a enamorar. Incluso he llegado a decir que no creo en el amor. Eso es lo que os hago creer. Pero realmente, quisiera que alguien me quisiera por como soy y no me valorara por lo que pasó sino por lo que pasa. Soy muy sensible, y lloro con facilidad. Por eso no me gusta ver películas ñoñas, porque lloro con cualquier escena bonita, romántica o triste. Por ese motivo, me siento tan sola... 

Todas soñamos con nuestro chico ideal. Aunque siendo sincera, yo ya no sueño nada. No quiero soñar, ni ilusionarme. No quiero llorar en vano. Y mucho menos perder el tiempo con alguien a quien no importo. Me gustaría tener a alguien con quien compartir las tardes de películas, sean tristes o de aventuras. Me da igual, la cuestión es que quiero compartirlas con alguien. Quiero ser yo, sin aparentar ser quien no soy.

Estoy muy cansada de los tíos que tontean con todas sus amigas. Creen que somos un juguete que vamos a estar solo cuando ellos quieran. Se fijan en el físico y solo quieren un buen polvo. 

'El sexo a las putas, a mí me das amor cabrón. Perdona, de ti ya no quiero nada. Ya se acabó. Te di oportunidades y visto lo visto lo has tirado todo a la mierda. No quiero quererte, no te conozco. Has cambiado a peor, me das pena. Solo te quiero olvidar, y emplear mi tiempo con quien me apetezca. Quiero a un hombre no a un crío'. 

Necesito salir de este puto agujero, creo que merezco algo mejor. Creo que el mundo es un recreo y que cuando suene ese timbre, se habrá acabado todo...

lunes, 9 de junio de 2014

Todo y nada a la vez.

Pienso en todo y en nada a la vez. Todo lo que pienso es nada, y nada es todo. No sé como explicarlo porque ni yo misma lo entiendo. Miles de situaciones que imagina mi mente. Me tumbo en mi cama, mientras la música a todo volumen se contrarresta con los ronquidos de mi padre. Hay 29'5º de temperatura, un calor agobiante recorre mi cuerpo. Mis manos sudan. Las sabanas me abrazan la piel, asfixiándome en mis recuerdos y mis sentimientos. Hace poco perdí un amor que me ayudó, pero he vuelto a caer. Ya no confío en mí y mucho menos en la gente. No creo en nada, ni en nadie. Se apoderan de mí la soledad, la tristeza, la nostalgia... Y ahora es cuando llega el tan ansiado y esperado amor. Pienso y reflexiono sobre ello. La herida está abierta, duele sentirlo aún latiendo en mi pecho. Siento las mariposas enterradas e incineradas en mi estómago. Los recuerdos se transforman en lágrimas. Cuando me recupero, tengo la almohada húmeda. Busco entre la oscuridad, encuentro un pañuelo usado y me seco la cara. No quiero pensar más, necesito tener la mente en blanco y dormir. Controlo mi respiración como me ha dicho, es algo complicado y no lo consigo. Pienso en él, me relajo. Él es mi amigo, mi confidente, confío en él y le quiero. Y sin darme cuenta me he quedado profundamente dormida. Sin tilas, ni tener que contar ovejitas. Sólo imaginando una tarde en mi sofá viendo películas con su presencia, esa que hace sentir relajada y confiada.