viernes, 1 de julio de 2016

Conjugarte en pasado duele.

Entre tanta insistencia
ya ni noto tu ausencia
solo mi presencia
te ahuyenta.
Te pediré perdón
por no ponerle emoción
a esto de quererte
ver a trasluz de mis sábanas.

Si Sabina supiera lo que te lloro entre mis sábanas
diría que hacen falta más de 19 días y 501 madrugadas.

Estoy tan rota que nadie puede ocupar tu lugar
en la lucha de almohadas antes de irnos a la cama.
Porque nadie quiere dormir abrazado por el hielo de mi alma.
Y debes saber que ya ni el veneno me calma.
El veneno parece dulce al lado de lo agrio que me sabe tu beso de despedida.
Porque de idas ya he tenido suficientes.
Cientos de miradas estrelladas,
cientos de lágrimas haciendo paracaidismo por el rimel que me eché ayer. 

Si las corridas fuesen todas buenas, no habría animales sufriendo.
Ni los toros por la tradición.
Ni yo por ti.
Tú y yo éramos mejor que las tradiciones.
Conjugarte en pasado todos los verbos
es más doloroso que las muelas del juicio.
El juicio, el que pierdía cada vez que me besabas.

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